domingo, 7 de febrero de 2010


Una noche en la que los minutos se desprenden con afán de festejo, un conteo en las bocas de las copas mojadas y un volcar de rencores en los manteles blancos.
Inspiración ausente; el despertar en la voz que dicta sus textos en función de seducir las muñecas frías.
Y una vez mas las noches se transformaron en las sombra de las casas temerosas, la luna hiriente renacía para darle vida a tu estomago, llenar de semen la vasija ardiente que ansia el placer de la luminosidad.
En el cuerpo florecen los frutos de la ternura en época festiva, los brazos dejan manchas en el nacimiento del nuevo amor.
Tu cabeza hoy, golpea por no matar.

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