Voy a morirme en los retazos de sabanas de mi ausencia, voy a morirme dentro del material de mi cocina, voy a hundirme en el fondo del mar con las rocas de todos los días, con el peso de las mañanas, con la saliva de mi cansancio.
Adiós papeles, adiós cariño, adiós mi vida. Nuestras manos saludan al pasaje de almas, alzan sus muñecas en función del real despegue, nadie espera la lucidez el día de hoy.
Nadie espera la vida en sus cuerpos, todas mis almas salieron a volar, por eso mi cuerpo muere… abandona el mundo real, abandona la verde copa, el tronco marchito.
Y mis tantas palomitas me miran en la orilla del vacilante mar, y observan como se pudre mi cuerpo, sienten el olor a desperdicio, el olor a maldad, a boca roja.
Vagar por el sin camino, recorrer el no recorrido. Adiós amor terrenal, alguien va a enamorarse de usted alguna vez, alguien va a amar su no constante. Mi cuerpo de carne se marchita como una triste uva, él quiere irse, impaciencia.
Impaciencia retumbas en mis manos pequeñas. Impaciencia rompes la coraza que se hace llamar cabeza… y sales por la ruptura rumbo al sin camino.
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