Llueven los faroles, lanzan mágicamente sudor de noche. El cuerpo agitado consumía el poco aire que se difuminaba a través de la retina del ventanal amarillo. Y cuando la respiración se dificultaba aun más el portal amarillo recorría su espacio estándar de pared, hasta quedar boquiabierta hacia el cielo de sostén en el techo del departamento.
Cuatro por cuatro, dos por dos, a estas alturas todo ya da igual, encímate con las dos piernas, y voila! Ocho por ocho dedos de boca, boca de ojo.
Oscuridad, can can can, y te dormiste, can can can. Quita ese documental me atrofia el cerebro que hierve en la cocina, agua Maria le decíamos al budín de pan, pero mejor pan dulce.
Pan dulce, me muero del aburrimiento. Can se adentro en mi cabeza, y las uñas van a explotar, pone una película para mi, un poquito de espacio, córrete para aquel costado, me caigo, vamos a dormir.
Ahora, el sueño dejo de existir. Entonces, te beso uno, dos tres! Barranca abajo, barranca arriba. Subí, baja, dormí.
Hasta mañana, buenos días.
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